Catedrático Kiril Topalov: “Cirilo y Metodio son un icono y el búlgaro es la lengua eslava más antigua
Nacido el 21 de mayo, el catedrático Kiril Topalov vino a este mundo con su nombre bajo el brazo y con el destino predeterminado de iluminar las mentes y las almas. Su actividad educativa es brillante y polifacética, digna de una verdadera personalidad renacentista contemporánea. Científico, profesor titular universitario, escritor, dramaturgo, guionista de cine, historiador y crítico literario, traductor, diplomático del más alto rango, figura pública, pero, sobre todo, un ser humano que “no entra en batallas insignificantes”, sino sólo en las que de verdad importan como cuando uno “tiene que defenderse a sí mismo o a otra persona, una causa o la patria”.
Conexión (no) casual con el legado de Constantino-Cirilo el Filósofo
Por iniciativa de la Embajada de Bulgaria en Madrid, en vísperas de la fiesta búlgara más querida, el 24 de mayo – Día de los Santos Hermanos Cirilo y Metodio, del Alfabeto, la Educación y la Cultura Búlgaras y de la Literatura Eslava – el catedrático Topalov impartió ante la comunidad búlgara una conferencia sobre la importancia de la obra de Cirilo y Metodio y conversó con EuroCirilic especialmente para la ocasión.
El nombre se lo dio su abuelo Tase de Debar (actual Macedonia) sin sospechar que el niño entrelazará su trayectoria vital con la personalidad y la obra del creador del alfabeto glagolítico. En la familia Topalov aún se cuenta cómo este “patriarca macedonio con la sangre caliente” bromeaba y afirmaba que le había bautizado “Cirilo y Metodio” por la festividad que se avecinaba dentro de tres días.
Con sus dotes de orador y políglota – habla con fluidez francés, griego, ruso, italiano, polaco e inglés – el catedrático Topalov sigue cautivando al público a sus venerables 81 años.
Licenciado en Filología Búlgara por la Universidad de Sofía “San Clemente de Ohrid”, se especializa en las universidades de Varsovia, Atenas y Tesalónica e imparte durante más de cuatro décadas clases de literatura renacentista en la Universidad de Sofía y otras universidades búlgaras, enseñando también lengua y civilización búlgaras en universidades francesas, italianas y griegas.
Debe su pasión científica al académico Petar Dinekov, de quien fue primero aspirante a catedrático de literatura búlgara del Renacimiento y luego ayudante en la Universidad de Sofía “San Clemente de Ohrid”. Se dedica a áreas poco exploradas de las obras de Paisii Hilendarski, Georgi Rakovski, Grigor Parlichev, Petko Rachov Slaveykov, Hristo Botev.
Las palabras le conmueven desde la época escolar cuando por primera vez vuelca su alma en versos. A lo largo de los años, nacen bajo su pluma no sólo investigaciones académicas, sino también cuatro libros de relatos y once novelas, algunas de ellas adaptadas con éxito a la pantalla: “Corre… te quiero”, “Bendita seas”, “No te enfades, hombre”. Es autor de 19 obras de teatro representadas en escenarios búlgaros y extranjeros. También ha traducido del griego a varios escritores y dramaturgos.
La vocación diplomática le llevó como embajador de Bulgaria a su querida Grecia. Al cabo de un tiempo, también dirigió la misión diplomática ante el Vaticano y la Orden de Malta con lo que hizo realidad un sueño estudiantil de una manera peculiar. El catedrático Topalov cuenta cómo en los años sesenta cursó solicitud ante el Santo Sínodo para hacerse monje en el Monte Athos porque si el número de religiosos del monasterio de Zograf seguía disminuyendo, se convertiría en griego. Nunca recibió respuesta…
Un recuerdo que atesora es el de su año al mando de la Biblioteca Nacional “Santos Cirilo y Metodio” tras ganar un concurso extremadamente difícil, lo que considera un “gran reconocimiento”. Rememora con cariño este templo de las letras porque, como buen sofiano (nacido y residente en Sofía), desde el bachillerato, toda su vida ha transcurrido allí, sobre todo en la sala de lectura. “Lamentablemente, cuando me nombraron director, no trabajé ni una sola hora en esa sala de lectura, aunque me había prometido que pasaría allí la mitad de mi jornada laboral. No se pudo, había muchos asuntos que resolver”.
“Bulgaria tiene muchas fiestas, pero la única que, aunque no sea nacional, une a todos los búlgaros es la del 24 de mayo. Todos llevamos esta fiesta en el corazón”, afirma categóricamente el catedrático Topalov y va desgranando con maestría factores y circunstancias poco conocidas y controvertidas que rodean la labor de los dos hermanos. Una de ellas, por ejemplo, está relacionada con su nacionalidad. Algunos estudiosos creen que eran griegos porque nacieron en Bizancio. Pero en la época bizantina Tesalónica (su ciudad natal) estaba densamente poblada por eslavos, es decir, búlgaros, y todos los tesalonicenses hablaban eslavo puro, es decir, búlgaro. “No importa lo bien que domines una lengua extranjera, si te encargan traducir todos los libros litúrgicos a sabiendas que si no traduces correctamente una o dos, a lo sumo tres palabras, tu texto pasa a ser no canónico, sin poder usarse en la iglesia, ¿aceptarías?”, pregunta el catedrático. Según él, los dos hermanos no habrían podido traducir las Sagradas Escrituras si no hubieran escuchado esta lengua en el vientre de su madre, búlgara. Tampoco descarta que su padre León, el segundo hombre más influyente después del gobernador de Tesalónica, muy culto y capaz, igualmente fuera búlgaro. “Filológicamente hablando, es imposible que Cirilo y Metodio no fueran búlgaros. Además, ya sabemos por una antigua crónica checa que el nombre de pila de Metodio era Strajota. ¿Qué griego se llamaría Strajota?” se plantea el profesor.
Un experto conocedor de la obra de Cirilo y Metodio
El catedrático también detalla con elocuencia la brillante jugada estratégica de los dos hermanos que, durante su misión en Kherson, encontraron y se llevaron consigo las reliquias de San Clemente de Roma, uno de los primeros y más venerados papas del mundo católico romano. Sabían que serían convocados a Roma para rendir cuentas de sus actos. Y cuando eso ocurrió, acudieron al Papa no como culpables de atreverse a predicar la palabra de Dios en una cuarta lengua distinta del latín, el griego y el hebreo canónicos, sino triunfalmente, con el pequeño cofre de reliquias en mano. No es casualidad que haya quedado inmortalizado este momento en los hermosos frescos de la Basílica de San Clemente donde está enterrado Cirilo. Finalmente, la obra de los dos hermanos fue bendecida por el Papa en la Basílica de Santa María la Mayor donde fueron consagrados sus libros.
“Que se sepa que allí, en Santa María la Mayor, sonaron una vez las voces de Cirilo y Metodio. También en la pequeña basílica adyacente de Santa Práxedes donde vivieron y celebraron misa en su propia lengua. No dejéis de visitarla”, nos comparte emocionado Topalov.
La necesidad de una mayor visibilidad de la contribución de Bulgaria a toda la literatura y espiritualidad eslavas sigue siendo de actualidad. En España y en el mundo entero, el alfabeto cirílico está ampliamente asociado a Rusia. Se cree que es un alfabeto ruso. “Siempre he dicho que hemos dado lengua, cultura, educación y religión a todos los demás pueblos eslavos y deberíamos estar orgullosos de ello, pero Rusia nos lo está arrebatando. Los viejos estudiosos rusos del siglo XIX siempre han afirmado que la lengua rusa es la antigua lengua búlgara. Durante la era soviética se empezó a silenciar deliberadamente todo lo búlgaro y, en tiempos de Putin, ¡hubo incluso declaraciones oficiales de que el alfabeto y el cristianismo llegaron a Rusia desde Macedonia!”.
“La labor de Cirilo y Metodio es multidimensional, polifacética y eterna. Como dice Vazov (Iván Vazov, poeta, novelista y dramaturgo búlgaro, considerado el poeta nacional del país), Y hemos dado algo al mundo: a todos los eslavos libros que leer. Que Bulgaria se sienta orgullosa de ello”, recuerda Topalov.
Una obra teatral antitotalitaria sobre los hermanos de Tesalónica
Como digno sucesor de su abuelo macedonio Tase – uno de los organizadores del levantamiento de Ilinden, participante en las guerras de los Balcanes y en la Primera Guerra Mundial –, para el catedrático Topalov la libertad es el ideal más elevado. Por eso, durante el régimen totalitario de Bulgaria, su obra fue a menudo censurada. Tal fue el destino de su pieza teatral “Parábola sobre el Filósofo” (1981). El Teatro Sofía 199 le encargó al joven dramaturgo promesa la composición de una obra dedicada a los dos hermanos con motivo del 1300 aniversario de la creación del Estado búlgaro. “Le di vueltas durante mucho tiempo y luego lo rechacé porque Cirilo y Metodio son un icono. Qué obra escribir, se necesita un enfrentamiento y no lo hay entre ellos, son servidores de la misma causa”. Pero desde el teatro siguen insistiendo. Y cuando se va de viaje organizado a Roma, se planta a las puertas de “San Pedro” rezando “Palomita, ven, sóplame un argumento”. Aunque la palomita no se posó en aquel entonces, un poco más tarde, al empezar a hacer limpieza entre los libros y artículos sobre los dos hermanos que tenía amontonados, se encontró con el texto con el que, poco antes de su muerte en Roma, Cirilo “dio testimonio de su credo ortodoxo”. Y se encendió la chispa creativa.
“En el texto religioso estoy leyendo creo en un Dios que todo lo contiene, pero en mi mente de escritor empieza a fluir otro texto: creo en la palabra. Creo en la libertad, en la verdad, en el progreso… ¡y ya tengo la obra! Sí, Cirilo y Metodio sirven a la misma causa, sólo que lo hacen de diferente manera. Cirilo es el que arde para brillar y Metodio es el diplomático. En la época comunista, decir quiero hablar, debo hablar y morir era inaceptable. A través de Cirilo estaba hablando el intelectual de entonces”. La obra se presentó y fue retirada de la cartelera al tercer mes, con la sala llena, porque el censor jefe del Ministerio de Cultura abandonó demostrativamente la función en el minuto 30 y declaró la obra anticomunista.
Premios y un incesante ímpetu social y creativo
Como figura pública, el catedrático Topalov participa activamente y ocupa puestos clave en varias fundaciones, asociaciones, sindicatos y academias búlgaras e internacionales de gran prestigio. Fue concejal del Ayuntamiento de Sofía donde apoyó a diversas instituciones culturales y, a sugerencia suya, muchas de las nuevas calles sin nombrar de Sofía recibieron el nombre de destacados científicos, escritores y artistas.
Muchos y variados son los galardones que el catedrático ha cosechado a lo largo de los años. Desde las más altas órdenes estatales de Grecia, el Vaticano, la Orden de Malta, Montenegro, pasando por la Orden de Cirilo y Metodio de 1er grado, hasta el máximo galardón estatal búlgaro en el ámbito de la cultura y la espiritualidad “San Paisii Hilendarski”. Un reconocimiento especialmente entrañable para él, coincidente con su 80 aniversario el año pasado. Además, muy simbólico, porque lleva el nombre del prócer de la Ilustración nacional búlgara cuya obra el catedrático Topalov enseñó durante décadas en Bulgaria y por todo el mundo.
Kiril Topalov no para de crear. Definido por la crítica como uno de los mejores escritores urbanos de Sofía, en el año 2021 bajo su pluma sale “Historias de Sofía. Cuentos y novelas” donde narra los dramas de tres generaciones de ciudadanos de Sofía. Diferentes generaciones, diferentes ideales, diferentes valores en el destino de los búlgaros de la capital. En el 2023 aparece su novela de memorias “Lo inevitable de la vida” y ahora se trae entre manos una nueva novela histórica dedicada a la Edad Media búlgara: “una historia trágica, pero digna”, como él mismo desvela el argumento.
No privéis a vuestros hijos de la lengua búlgara
Con el catedrático Topalov también hablamos de las nuevas generaciones de niños y niñas búlgaros nacidos en el extranjero, muchos de ellos, hijos e hijas de matrimonios mixtos. ¿Cómo pueden preservar la lengua búlgara y sentirse orgullosos de la obra de Cirilo y Metodio? “En primer lugar, se trata de una tarea de los padres. No deben despojar a sus hijos de una riqueza, de saber una lengua más, aunque el búlgaro les resulte extraño y se sientan españoles o italianos. El búlgaro es otra lengua europea, además, la lengua eslava más antigua, que se ha convertido en la lengua de tantos otros pueblos eslavos. Que los padres no priven a sus hijos de una identidad que les ha sido dada por Dios”.
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